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El martes 12 de Febrero, a las 7:15 h, salimos en dirección a la ciudad de los Califas. Tres autobuses con alumnado del centro de adultos Ceper Pintor Zuloaga y familiares de los mismos para visitar esta preciosa ciudad que es Córdoba.
A la llegada a Córdoba, una vez bajados del autobús, fuimos todos los grupos hacia la Mezquita-Catedral pasando primeramente por su Patio de Naranjos; encantador patio con sus aceras empedradas y con el frescor del agua circundante a dicho patio.
A cada persona se le entrega una unidad electrónica receptora de la voz de la guía en cuestión, instrumento muy bueno y hace que podamos oír todo lo que la persona-guía nos va comentando la visita.
Sobre una capilla visigoda y otros dependencias, los musulmanes comienzan a construir su Mezquita. Comienza con Abderramán I (786-788) y, finalmente, llega el gran Almanzor que lleva a cabo las últimas ampliaciones. La mezquita fue respetada como lugar de culto por todos los conquistadores.
Tiene una superficie de 24.000 metros cuadrados. La arquitectura islámica,mezcladas con la romana y bizantina, se funde posteriormente, con la arquitectura cristiana consiguiendo una espléndida obra de arte.
La historia comienza en una basílica visigoda, Basílica de San Vicente (mediados del s. VI) que aun se conserva una pequeña parte de ella de 17 metros cuadrados.
Durante el dominio árabe es donde nace el florecimiento de esta Mezquita.Todo el conjunto monumental de la antigua mezquita fue consagrado como Catedral de Santa María (1146).
La sillería del coro, de madera de caoba, la inicia Pedro Duque Cornejo(1748).
está la sillería superior y la inferior contabilizándose 109 sillas todas con imágenes labradas, se tardó 10 años en construirse.
Exteriormente no te puedes hacer ni idea de lo que se encuentra en su interior, donde un impresionante bosque de columnas, arcos y cúpulas dejan al visitante boquiabierto ante tanta hermosura, dejando un legado incalculable a generaciones posteriores.
Después de admirar esta joya de construcción que es la Mezquita-Catedral nos dirigimos hacia el barrio de la judería. Los judíos vivían separados de los árabes pero protegidos por paredes o muros donde la entrada de los árabes era más difícil.
De importancia es su sinagoga conservada aún después del paso de los siglos. Encontramos durante el recorrido de sus calles imágenes de ilustres personajes de antaño como el gran Maimónides, filósofo y médico cordobés en el siglo XII. Otro personaje famoso es Mohamed Al-Gafequi gran oftalmólogo.
La Capilla Mudéjar de San Bartolomé se encuentra integrada en la Facultad de Filosofía y Letras, edificio que fuera Hospital del Cardenal Salazar.
Finalmente nos dirigimos a El Alcázar de los Reyes Cristianos, fortaleza y palacio de sólidos muros. Restos romanos y visigodos conviven con los de origen árabe en este majestuoso solar, ya que fue lugar predilecto de los distintos gobernantes de la ciudad.
Construcción casi rectangular con extensos muros de sillares pétreos y cuatro torres que perfilan los ángulos (Los Leones, Homenaje, La Inquisición y Las Palomas). Dentro, las distintas dependencias se articulan en torno a patios con exóticas y bellas flores, hierbas aromáticas y frondosos árboles. Las estancias y corredores se cierran con cúpulas góticas de piedra.
En una de las galerías de acceso se exhibe un sarcófago pagano(s. III). En su frontal muestra un altorrelieve sobre una alegoría del paso de los difuntos hacia el más allá a través de una puerta entreabierta. Resalta, de todas las salas, una pequeña capilla barroca: el Salón de los Mosaicos, en la que se exponen piezas romanas de este tipo procedentes del subsuelo de la Corredera. Bajo esta estancia se encuentran los baños, de inspiración árabe, divididos en tres salas abovedadas con tragaluces estrellados. Éstas se comunican con la caldera situada bajo la torre del Homenaje.
De los dos patios, el Mudéjar llama la atención por su belleza. Con enlosado en mármol, el murmullo del agua que corre por los canales y albercas refresca el ambiente y relaja al fatigado visitante. Los extensos jardines que cierran el conjunto dan muestra de la monumentalidad y esplendor de este Alcázar cordobés.
A las seis de la tarde iniciamos el regreso a nuestra ciudad de Cádiz, habiendo pasado un estupendo día visitando una ciudad que rebosa cultura por los cuatro costados. No es posible retener tantas cosas en nuestra retina pues el tiempo invertido es poco para todo lo que hay que ver que es mucho.
A la llegada a Córdoba, una vez bajados del autobús, fuimos todos los grupos hacia la Mezquita-Catedral pasando primeramente por su Patio de Naranjos; encantador patio con sus aceras empedradas y con el frescor del agua circundante a dicho patio.
A cada persona se le entrega una unidad electrónica receptora de la voz de la guía en cuestión, instrumento muy bueno y hace que podamos oír todo lo que la persona-guía nos va comentando la visita.
Sobre una capilla visigoda y otros dependencias, los musulmanes comienzan a construir su Mezquita. Comienza con Abderramán I (786-788) y, finalmente, llega el gran Almanzor que lleva a cabo las últimas ampliaciones. La mezquita fue respetada como lugar de culto por todos los conquistadores.
Tiene una superficie de 24.000 metros cuadrados. La arquitectura islámica,mezcladas con la romana y bizantina, se funde posteriormente, con la arquitectura cristiana consiguiendo una espléndida obra de arte.
La historia comienza en una basílica visigoda, Basílica de San Vicente (mediados del s. VI) que aun se conserva una pequeña parte de ella de 17 metros cuadrados.
Durante el dominio árabe es donde nace el florecimiento de esta Mezquita.Todo el conjunto monumental de la antigua mezquita fue consagrado como Catedral de Santa María (1146).
La sillería del coro, de madera de caoba, la inicia Pedro Duque Cornejo(1748).
está la sillería superior y la inferior contabilizándose 109 sillas todas con imágenes labradas, se tardó 10 años en construirse.
Exteriormente no te puedes hacer ni idea de lo que se encuentra en su interior, donde un impresionante bosque de columnas, arcos y cúpulas dejan al visitante boquiabierto ante tanta hermosura, dejando un legado incalculable a generaciones posteriores.
Después de admirar esta joya de construcción que es la Mezquita-Catedral nos dirigimos hacia el barrio de la judería. Los judíos vivían separados de los árabes pero protegidos por paredes o muros donde la entrada de los árabes era más difícil.
De importancia es su sinagoga conservada aún después del paso de los siglos. Encontramos durante el recorrido de sus calles imágenes de ilustres personajes de antaño como el gran Maimónides, filósofo y médico cordobés en el siglo XII. Otro personaje famoso es Mohamed Al-Gafequi gran oftalmólogo.
La Capilla Mudéjar de San Bartolomé se encuentra integrada en la Facultad de Filosofía y Letras, edificio que fuera Hospital del Cardenal Salazar.
Finalmente nos dirigimos a El Alcázar de los Reyes Cristianos, fortaleza y palacio de sólidos muros. Restos romanos y visigodos conviven con los de origen árabe en este majestuoso solar, ya que fue lugar predilecto de los distintos gobernantes de la ciudad.
Construcción casi rectangular con extensos muros de sillares pétreos y cuatro torres que perfilan los ángulos (Los Leones, Homenaje, La Inquisición y Las Palomas). Dentro, las distintas dependencias se articulan en torno a patios con exóticas y bellas flores, hierbas aromáticas y frondosos árboles. Las estancias y corredores se cierran con cúpulas góticas de piedra.
En una de las galerías de acceso se exhibe un sarcófago pagano(s. III). En su frontal muestra un altorrelieve sobre una alegoría del paso de los difuntos hacia el más allá a través de una puerta entreabierta. Resalta, de todas las salas, una pequeña capilla barroca: el Salón de los Mosaicos, en la que se exponen piezas romanas de este tipo procedentes del subsuelo de la Corredera. Bajo esta estancia se encuentran los baños, de inspiración árabe, divididos en tres salas abovedadas con tragaluces estrellados. Éstas se comunican con la caldera situada bajo la torre del Homenaje.
De los dos patios, el Mudéjar llama la atención por su belleza. Con enlosado en mármol, el murmullo del agua que corre por los canales y albercas refresca el ambiente y relaja al fatigado visitante. Los extensos jardines que cierran el conjunto dan muestra de la monumentalidad y esplendor de este Alcázar cordobés.
A las seis de la tarde iniciamos el regreso a nuestra ciudad de Cádiz, habiendo pasado un estupendo día visitando una ciudad que rebosa cultura por los cuatro costados. No es posible retener tantas cosas en nuestra retina pues el tiempo invertido es poco para todo lo que hay que ver que es mucho.
José María Rube Fraga(Informática-M.Falla)
Presentación cortesía de Jose Mª Rube
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